Buscar este blog

martes, 24 de diciembre de 2013

¡No pienses en elefantes!

En la primera entrada de mi blog expliqué por qué elegí "hemicraneal" como parte del nombre del blog. "Hemicraneal" se refiere a un dolor de cabeza constante que no se calma con ningún analgésico y lo elegí como nombre porque para mí las ideas que entran a mi mente se quedan de manera constante y no hay pastilla, distracción o malojillo que las calme.

Pero es que ¿cómo se deshace uno de una idea?... El primer problema al evitar una idea es que al pensar en evitarla, ya tienes esa idea en la mente. A esto se refiere el personaje de Joseph Gordon-Levitt al pedirle a Ken Watanabe que no piense en elefantes.

Arthur: Okay, this is me, planting an idea in your mind. I say: don't think about elephants. What are you thinking about?
Saito: Elephants?



Lo lamento, tal vez parezca obsesivo-compulsivo pero no puedo dejar de pensar. Soy una persona que siempre está pensando en planes. Siempre estoy uniendo puntos y atando cabos en mi mente (and I'm f*cking good at it). Es por eso que apenas una idea me cruza la cabeza, no hay manera de sacarla. Para mi mente, por muy distraída que esté, por mucha televisión y cerveza que estén involucradas, no hay descanso... Apenas una idea entra en la mente, ésta toma forma y consistencia... Después de esto, no hay manera de erradicarla. Sólo puedes intentar "distraerte". Pañitos de agua fría para calmar la fiebre pero ningún antibiótico para tratar la infección. 

Hasta mediados de este año, siempre lo consideré una muy buena cualidad. El hecho de que mi mente siempre esté en constante trabajo, que a pesar de mi mala memoria aquel recuerdo que quede en mi mente lo recordaré con lujo de detalles. Siempre lo consideré algo bueno... Pero ya no. Me di cuenta de que es una tortura. Me di cuenta de que hay cosas sobre las cuales uno no quiere pensar, hay detalles a los que uno no quiere prestarle atención, hay cosas que uno no quiere imaginar con lujo de detalles... Esta "cualidad" la he terminado considerando más un demonio que un ángel. También me di cuenta de que tal vez siempre ha sido así. Que nunca fue un ángel. Que siempre fue un demonio.

Me di cuenta de que siempre fue así... y que sólo había algo (alguien) capaz de bailar con mis ángeles de la misma manera tan agraciada como lograba calmar mis demonios. Ahora, sin esa gracia ¿cómo no pensar en elefantes?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario